domingo, 16 de noviembre de 2008

Religiosidad Popular 4to.

RELIGIOSIDAD POPULAR
RELIGIÓN; Relación, Religación con Dios. Filológicamente, dice Arago, la palabra Religión deriva de la palabra latina RELIGIO. La etimología de dicha palabra sigue siendo algo incierta. Los especialistas se inclinan unos, por la derivación de la raíz RELIGERE, con lo que significaría el “cuidado y atención que se pone en observar todo lo referente a las cosas divinas (Cicerón). Otros como Lactancio, S. Agustín y Sto. Tomas, prefieren hacerla derivar de la voz RELIGARE, que equivale a atar, hacer dependiente o relacionar.
En realidad las dos derivaciones latinas se complementan mutuamente: la primera hace hincapié en el cuidadoso comportamiento exterior del hombre, en la normas, en las observancias preceptúales o rituales; la segunda pone acento las disposiciones internas del hombre, en la ligazón interna del hombre con Dios.
Estamos aquí frente a dos aspectos: uno OBJETIVO, suma de creencias, de ritos y acciones varias en que se expresa la dependencia frente al ser supremo; otro SUBJETIVO, actitud humana por la cual se reconoce y acepta la dependencia ante esas fuerzas divinas.
Los elementos esenciales de la Religión en su aspecto objetivo son:
- Reconocimiento de un poder o poderes que no dependen de nosotros - Reconocimiento existencial de dependencia frente a esos poderes - Entrar de alguna manera en relación con esos poderes en forma personal o social.
Aún cuando los conceptos de Religión y Religiosidad se usan frecuentemente como sinónimos, técnicamente son diversos. La Religión significa realidad religiosa objetiva, la Religiosidad es la realidad religiosa Subjetiva. La Religión es universal, la Religiosidad es individual y diversa según la manera de ser de cada hombre o de un grupo o de un pueblo. La Religión viene a ser así, el aspecto universal objetivo y, si se quiere, estático de las relaciones del hombre con Dios.
La religiosidad es la faceta subjetiva, personal, dinámica de estas mismas relaciones. Religiosidad es el aspecto interior de la vivencia que convierte la realidad objetiva en algo vital, en una verdadera apropiación personal. Por eso la religiosidad es la expresión del homenaje de adoración, confianza y amor ante el Ser supremo e implica la participación de toda la personalidad humana, que pone en juego sus diversas funciones psíquicas y su mismo componente físico o fisiológico.
La religiosidad está constituida por ideas, creencias, conocimientos, emociones e impulsos, procesos de voluntad y actos, de opiniones y disposiciones a la acción, que se unen en una organización relativamente estable que podrán tener sus respectivas manifestaciones en grupos o pueblos, de acuerdo a su idiosincrasia y cultura.
Por religión del Pueblo, religiosidad popular o piedad popular, dice puebla: “entendemos el conjunto de hondas creencias selladas por Dios de las actitudes básicas que de esas convicciones derivan y las expresiones que las manifiestan”. Se trata de la forma o de la existencia cultural que la Religión adopta en un pueblo determinado. La Religión del Pueblo latinoamericano en su forma cultural mas característica, es expresión de la Fe Católica, es un catolicismo popular, y dentro de ello encontramos aspectos positivos: un acervo de valores que responden con
sabiduría Cristiana a los grandes interrogantes de la existencia. Conlleva creadoramente lo divino y lo humano ; Cristo y Maria, espíritu y cuerpo; comunión e institución; persona y comunidad; Fe y Patria; inteligencia y afecto. Esa sabiduría es un humanismo Cristiano que afirma radicalmente la dignidad de toda persona como Hijo de Dios, establece una fraternidad fundamental, enseña a encontrar la naturaleza y a comprender el trabajo y proporciona las razones para la alegría y el
humor, aún en medio de una vida muy dura. Esa sabiduría establece para el pueblo un principio de discernimiento, un instinto Evangélico por el que capta espontáneamente cuando se sirve en la Iglesia al Evangelio y cuando se lo vacía y asfixia con otros intereses. A su vez tiene aspectos negativos: La piedad popular no ha logrado impregnar adecuadamente o no ha logrado la evangelización de algunos grupos autóctonos o de origen nativo, que por su parte poseen riquísimos
valores y guardan semillas del Verbo en espera de la palabra viva. La religiosidad popular no se ha expresado suficientemente en las organizaciones de las sociedades y estados, permaneciendo presentes grandes injusticias sociales.
Por falta de atención religiosa y por otros complejos factores, la religiosidad popular muestra en ciertos casos signos de desgaste y deformación: aparecen sustitutos aberrantes y sincronismos regresivos; la religión popular sufre desde hace tiempo, por el divorcio entre elites y pueblo. Eso significa que le falta educación, catequesis y dinamismo; los aspectos negativos son de diverso origen: De tipo ancestral: superstición, magia, fatalismo, idolatría del poder, fetichismo y
ritualismo.

sábado, 15 de noviembre de 2008

El Ciclo Litúrgico - 3ro.

CICLO LITÚRGICO
Definición
La Liturgia es el culto ofrecido a Dios, por medio de Cristo y su Iglesia. La celebración del misterio cristiano, se realiza a través del tiempo, cada año se conmemoran los principales acontecimientos de la intervención de Dios y su salvación en la historia del hombre.
Dios ha entrado en la historia humana para realizar un plan de salvación que culmina en la Muerte y Resurrección de Cristo; Dios --Jesucristo-- ha entrado en el tiempo del hombre y lo ha santificado. El hombre, por tanto, celebra cada año, los acontecimientos de la salvación que trajo Jesucristo.
El Año Litúrgico es la celebración - actualización del misterio de Cristo en el Tiempo; es decir, la celebración y actualización de las etapas más importantes del desarrollo del plan de salvación de Dios para el hombre. Es un camino de fe que nos mete progresivamente en el misterio de la salvación; que los cristianos recorremos para realizar en nosotros este plan divino de amor que apunta a que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad (1 Tm 2,4). Quien ha estudiado la historia de salvación, comprenderá la importancia del Año Litúrgico en su caminar hacia el Padre.
El eje sobre el cual se mueve el Año Litúrgico es la Pascua. Por lo tanto la principal finalidad consiste en acompañar gradualmente al hombre hacia una conformación auténtica de Cristo, muerto y resucitado.
El Año Litúrgico no puede ser un calendario de fechas que se recuerdan con cierta solemnidad, sino un camino de fe; camino que se ha de recorren como en "espiral", creciendo en la fe cada año, con cada acontecimiento celebrado; creciendo en el amor a Dios y a los hermanos; creciendo en seguir y parecerse cada vez más a Cristo hasta llegar a configurarse con Él, -el hombre perfecto-.
Tiempos fuertes:
Este itinerario de fe, que acompaña en forma progresiva al cristiano hacia la vivencia auténtica de Cristo, tiene varias etapas:
1. Una preparación en el Adviento, como tiempo de despertar en la fe en vista del encuentro con el Señor.
2. Una aceptación de Jesús Salvador en la Navidad y mayor conocimiento de Él, mediante el estudio y la meditación.
3. Una purificación personal durante la Cuaresma para llegar a la vivencia pascual de Cristo Muerto y Resucitado.
El vértice de todo es la Pascua, con el gran triduo de la Vigilia Pascual, que mete al hombre en el misterio principal de nuestra Redención: la Resurrección de Jesús.
La celebración de la Pascua dura cincuenta días, precedida por cuarenta días de preparación, -cuaresma- terminando con la efusión del Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés.
Estos son los llamados "tiempos fuertes" del Año Litúrgico. Además hay otras treinta y cuatro semanas que constituyen el llamado Tiempo Ordinario o Común. En este tiempo no se celebra ningún aspecto concreto del misterio de Cristo, sino que se procura profundizar el sentido del conjunto de la Historia de Salvación, sobre todo a través de una contemplación continua y fundamentalmente cronológica del mensaje bíblico vivido en su desarrollo progresivo.
Otras fiestas
En el Año Litúrgico existen otras celebraciones mucho más conocidas por el pueblo y que tienen su importancia aunque en forma secundaria respecto de las anteriores. Son fiestas en las que se celebra a la Virgen María y a algunos santos; están íntimamente relacionadas al misterio pascual: la Virgen María es el fruto más espléndido de la Redención, y de los demás santos la Iglesia proclama el misterio pascual cumplido en ellos.
No son fiestas ajenas a Cristo o que distorsionan la religiosidad del pueblo, sino que son de ayuda para comprender y vivir el misterio pascual de Cristo, por el cual ha llegado a nosotros la salvación.
Cristo, al fundar la Iglesia, la entregó a los apóstoles y a sus descendientes para que se ocuparan de su crecimiento, dándoles los mismos poderes que el Padre le había otorgado a él: "Como el Padre me envió, también yo os envío" (Jn 20,21). Por eso, las celebraciones litúrgicas que ahora tenemos en el transcurso de un año, no son de institución inmediata de Cristo, sino fruto de su actuación por medio de la Iglesia.
Desde un principio la Iglesia empezó a honrar la memoria de los cristianos que habían ofrecido la vida para testimoniar su fidelidad a Cristo. Teológicamente el culto a los mártires está relacionado con el Misterio Pascual de Cristo. San Jerónimo, en el año 404 escribía: "Honramos las reliquias de los mártires para adorar a Aquel de quien son mártires".
Proceso histórico
Hubo un proceso histórico para que el Año Litúrgico quedara formado como ahora lo conocemos.
Cuando los Apóstoles comenzaron su predicación, lo hicieron en torno a la Resurrección del Señor –la Pascua- este acontecimiento histórico y trascendente: "Cristo, quien fue entregado por nuestros pecados, y fue resucitado para nuestra justificación" (Rom 4,25); era lo que los apóstoles anunciaban a la gente, junto con las enseñanzas y vida de Jesús. La Pascua para los cristianos es fiesta no de un día de la semana, sino de toda la vida.
Según datos históricos, la celebración de la "Cena del Señor", que es la actualización del Sacrificio de Cristo, era cotidiana para los primeros cristianos (Cf. Hch 2,42-46; 5,42), aunque también era semanal, que no coincide con el sábado de los judíos, sino con el primer día de la semana, día de la Resurrección del Señor (Cf. 1Cor 16,2; Hc 20,7).
Lo que antes se le denominó "Primer Día de la Semana", luego se le llamó "Día del Señor" o "Domingo" (Cf. Ap 1,10) En otros idiomas se le llama "Día del Sol", esto es histórico también, pues se encuentra en el año 165, que le llamaban así porque en la Creación, con el Sol se disipan las tinieblas, igual que con la Resurrección de Jesús se disipan las tinieblas de la muerte.
La tercera etapa consiste en la celebración anual de la Pascua. La primera pascua anual se celebró en Jerusalén hacia el año 135. En Roma se inició esta celebración solemne unos treinta años después.
Al final del siglo III, el día de Pascua se prolonga con un período de cincuenta días. Como una fiesta tan grande exigía una preparación, así como el Domingo tuvo una preparación en las vísperas (vigilia), también la celebración grande de la Pascua tuvo su tiempo de preparación en la Cuaresma.
Anunciar y exaltar la Resurrección del Señor, llevó a los primeros cristianos a una mejor comprensión del misterio de la salvación. Comprendieron que para llegar a la Pascua, fue necesario toda una vida que tuvo un inicio en el tiempo. Por lo que se comenzó a conmemorar en torno a la Pascua, la fiesta de la Navidad –el nacimiento de Jesús-.
Las celebraciones de las fiestas de Navidad y Epifanía, tuvieron sus orígenes en el siglo IV. Y, como sucedió para la Pascua, se sintió la necesidad de un tiempo de preparación que se llamó Adviento. Este período anterior a la fiesta de Navidad, aparece en Roma a mediados del siglo VI. Más adelante este tiempo de preparación se perfiló como un tiempo de espera, como una celebración solemne a la esperanza cristiana abierta hacia el Adviento último del Señor, al final de los tiempos.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Las Manifestaciones del Espíritu Santo 4to.


MANIFESTACIONES DEL ESPÍRITU SANTO
La Iglesia ha recibido en nombre del Señor y lo profesa en el Bautismo sus nuevos hijos. El término Espíritu traduce al término Hebreo “Ruah”, que en su primera acepción significa, soplo, aire, viento, Jesús utiliza precisamente la imagen sensible del viento para sugerir a Nicodemo la novedad trascendente de que es personalmente el Soplo de Dios, el Espíritu Divino. Por otra parte, Espíritu Santo son atributos divinos comunes a las tres personas divinas. Pero, uniendo ambos términos, la escritura, la liturgia y el lenguaje teológico designan la persona inefable del Espíritu Santo, sin equivoco posible con los demás empleos de los términos “espíritu” y “santo”.
El simbolismo de la Unción con el óleo es también significativo hasta el punto de que ha convertido en sinónimo suyo. En la iniciación cristiana es el símbolo sacramental de la confirmación llamada justamente en las Iglesias de Oriente “Crismación”. Pero para captar toda la fuerza que tiene, es necesario volver a la unción primera realizada por el Espíritu Santo: la de Jesús Cristo (“Mesías” en hebreo) significa “Ungido” del Espíritu de Dios. En la Antigua alianza hubo ungidos del Señor, de forma eminente el rey David. Pero Jesús es el Ungido de Dios de una manera única: la humanidad que el Hijo asume esta totalmente” ungida por el Espíritu Santo” Jesús es constituido “Cristo” por el Espíritu santo. La Virgen María concibe a Cristo del Espíritu Santo, quien por medio del Ángel lo anuncia como Cristo en su nacimiento e impulsa a Simeón a ir al templo a ver Cristo el Señor, es de quien Cristo esta lleno y cuyo poder emana de Cristo en sus curaciones y en sus acciones salvíficas El Espíritu Santo no es un fluido mágico, una misteriosa corriente energética, es Dios que asegura su presencia personal en el mundo y en los hombres. Su nombre se deriva del “soplo” sin el cual es imposible la vida, también se utiliza la imagen del Fuego para designar al Espíritu Santo, ya que el fuego ilumina, calienta, purifica, irradia, se propaga como un incendio, como una llama que puede encender otras indefinidamente.
Cuando el Espíritu Santo se apodera de alguien, multiplica sus posibilidades; puede hacerle comprender cosas inaccesibles, cumplir una misión que supera sus facultades y sus posibilidades de éxito. No hay que buscar a Dios fuera del mundo, ya que su poder actúa entre los hombres. Muchas veces los discípulos de Jesús experimentan que una fuerza obra a través de ellos sin venir de ellos El Espíritu Santo es inaferrable, nadie puede apoderarse de El. El Espíritu como el viento no tiene fronteras, por eso, el que está bajo su impulso es el más libre de los hombres, nadie puede encerrarlo en categorías, sistema o ideologías. Únicamente sopla en la Iglesia de Cristo, pero también se mueve en el corazón de todos los hombres de buena voluntad que aman la justicia y buscan la verdad. Los Cristianos han de saber reconocer su acción en las iniciativas y hasta en las criticas de los no creyentes por que estos sacuden a veces su inercia y les urgen a ponerse a la escucha y a seguir la longitud de onda del Espíritu.
Hoy el Espíritu vuelve con fuerza , así lo atestiguan los movimientos neocatecumenales, pentecostales, carismáticos y sobre todo en el renacer de los movimientos laicales de todo tipo que marcan la presencia de los Cristianos no religiosos en la Iglesia, no hay duda el Espíritu sigue presente en su Iglesia, hoy como ayer, la preserva de la esclerosis y del ghetto, tal como lo hizo en la primitiva Iglesia y la proyecta sin cesar hacia delante.
El agua simboliza la pureza a la que todo cristiano aspira que nos lava y limpia nuestros pecados. La paloma simboliza la paz y tranquilidad de nuestro espíritu, calma que se siente por la presencia de Dios.


LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
La fiesta de Pentecostés que se celebra cada año cincuenta días después de pascua es para los Cristianos la fiesta del Espíritu Santo; cuando se habla de Dios Padre creador del mundo y de los hombres; cuando se habla de Dios Hijo Jesucristo que tomó nuestra condición humana y vivió entre nosotros, todos comprendemos, pero cuando se habla del Espíritu Santo se trata para muchos de un misterio impenetrable.
Los apóstoles, algunos discípulos y al frente de ellos María, oraban y esperaban, la venida del Espíritu Santo.
Por tanto el día de Pentecostés se recuerda la alianza hecha con Dios en el Sinaí, cuando el pueblo recibió las Tablas de la Ley y quedó convertido en verdadero pueblo de Dios. Ahora, con la venida del Espíritu Santo comienza a existir públicamente el Nuevo Pueblo de Dios que es la Iglesia y queda promulgada la Ley Evangélica. El Espíritu nos transmite sus dones:
Don de Sabiduría: Este don que nos fue regalado desde el día del bautismo y se va aumentando si lo pedimos rezando, nos hace saborear con simpatía las verdades divinas. Nos hace apreciar los atributos divinos por ejemplo: que Dios es Creador, Redentor, Santificador. No es un sentimentalismo, sino una convicción. Nos hace negar al pecado, cumplir con el deber, la fidelidad a Dios y no a otras cosas. Da una experiencia sabrosa de lo sobrenatural. Quita los motivos humanos al obrar. Hace que ya no obremos por ser admirados o porque nos agradezcan o estimen, sino solamente para que Dios quede contento.
Jerarquiza las aficiones: ya no se le da el primer puesto a las aficiones terrenas ni a los gustos del cuerpo sino a lo sobrenatural, a las cualidades del alma. Esta sabiduría es aquella de la cual dice la Santa Biblia: La Sabiduría vale más que todos los objetos preciosos y nada hay que se la pueda comparar. (Proverbios 8, 11). El don de sabiduría hace que sea muy agradable rezar. Hace que la persona goce en la oración, y encuentre verdadero gusto en la lectura de buenos libros especialmente en la sagrada Biblia. Da disgusto por todo lo que sea pecado y egoísmo.
Quita la simpatía por lo prohibido por Dios y da una gran antipatía por lo pecaminoso. Por este don los santos preferían mil veces la muerte que cometer un pecado. Por este don los santos tenían simpatía por Dios, por hacer obras buenas, por humillarse y sacrificarse. Después de saborear con este don lo que es divino y sobrenatural, ya todo lo que es pecado y egoísmo material causa disgusto y asco.
Don de Fortaleza: Es una fuerza especial para realizar lo que Dios quiere de nosotros y para resistir con paciencia y valor las contrariedades de la vida. Seréis revestidos de la fuerza de lo alto - prometió Jesús-. La gente se admira del valor de los mártires, de la paciencia de tantas personas santas, de la constancia de tantos héroes católicos, porque se imaginan que esas fuerzas las sacan de ellos mismos, cuando en realidad toda su fortaleza la reciben del Espíritu Santo. ¿Quién hubiera creído que el cobarde Pedro que negó tres veces a Jesús lo iba después a predicar delante de los tribunales y en las plazas hasta dar su vida por El? Es que recibió el Don de fortaleza. La vida es a ratos tan dura que sin el Don de fortaleza no seríamos capaces de aguantarla sin desesperación. Cuántos respetos humanos ayuda a vencer el don de fortaleza! Y cuántos actos de generosidad inspira!. Hay tentaciones tan violentas e inesperadas que si no fuera por una intervención del Espíritu Santo con su don de fortaleza, no podríamos resistir. Para los enfermos, para los pobres, para los que sufren tentaciones fuertes y para quienes tienen que hacer oficios difíciles, es utilísimo este Don para que no se desanimen y cumplan bien su oficio aunque cueste mucho. Cuántas personas se desanimaron y fracasaron porque no pidieron este Don del Espíritu Santo, y las dificultades de la vida los vencieron.
Don de consejo: Hace que al momento de escoger, escojamos lo que más nos conviene: Inspira lo que se debe hacer y lo que se debe decir y como se debe decir. Lo que se debe evitar y lo que se debe callar.
Inspira remedios para no pecar: rezar, hacer sacrificios, estar ocupado, leer, etc. Nos llena de inspiraciones. A veces por medio de una buena lectura el don de consejo nos ilumina que es lo que Dios está esperando de nosotros. El Santo Cura de Ars era el menos inteligente de los de su curso y sus consejos hacían mayor bien que los sermones de los más
doctos predicadores porque había obtenido del Espíritu Santo el Don de consejo. Con este Don se cumple lo que Jesús prometió a sus discípulos:
El Espíritu Santo os enseñará todo. Las personas que reciben este don tienen la rara cualidad de encontrar soluciones rápidas para casos urgentes, y guiar a otros para que eviten lo que no les conviene. Mucha gente de Fe pide al Espíritu Santo este Don, aún para cosas materiales por ejemplo: si les conviene o no hacer un negocio. Y para cosas de gran importancia por ejemplo: ¿que profesión escoger? que persona será la que le conviene en matrimonio, etc. y el Divino Espíritu viene en su ayuda con iluminaciones que les hacen gran bien. Oh Espíritu Santo: Amor del Padre y del Hijo: Inspíranos siempre lo que debemos hacer y lo que debemos evitar. Lo que debemos decir y lo que debemos pensar, para procurar tu gloria y el bien de las almas. Amén
Don de Piedad: Es una especie de afecto filial hacia Dios. Es lo que nos hace sentir un cariño especial por todo lo que tenga relación al culto, a la Palabra de Dios, a los sacramentos, etc. Las personas que reciben este don sienten un aprecio especial por todo lo que sea oración y meditación. Tienen hacia Dios un cariño como hacia un Padre amorosísimo, y todo lo que sea por su Reino les llama la atención y lo hacen con gusto. Este Don fue el que concedió a San Francisco Javier, a San Pablo, a San Francisco de Asís y de Sales, tan gran deseo de hacer conocer a Dios por muchas gentes y hacerlo amar por el mayor número posible de personas. A quien tiene el Don de piedad ningún sacrificio le parece demasiado con tal de obtener que otras personas conozcan y amen a Dios.
Don de entendimiento: Es una facilidad para comprender lo que Dios nos dice por medio de su Palabra en la sagrada Biblia o por otros medios. Podemos pasar años leyendo un pasaje de la sagrada Biblia y no entenderlo. Pero viene el Espíritu Santo con su Don y en un
momento comprendemos lo que antes nunca habíamos entendido.
Eso les pasó a los apóstoles después de la Resurrección de Jesús. El Espíritu Santo les hizo entender todo lo que Jesús les había enseñado y que antes no comprendían. Por medio de este Don logró San Agustín descubrir tantas maravillosas enseñanzas en la Santa Biblia (que antes no había descubierto aunque leía y leía). Por este Don a San Antonio se le hacían cortas las noches que pasaba leyendo la Santa Biblia, porque descubría allí bellezas no imaginadas.
Don de ciencia: Es una facilidad para distinguir entre lo verdadero y lo falso. Muchas personas creen como verdadero lo que es falso y en cambio no aceptan lo que es verdad. Sólo cuando el Espíritu Santo les dé el Don de ciencia sabrán distinguir bien la verdad de la
mentira y quedarse sólo con la verdad. Esto es importante porque en la actualidad hay gente que enseña muchas falsedades y muchas personas les creen y se dejan engañar. Este Don hace ver el verdadero valor de las riquezas y de los honores, que se acaban tan fácilmente. Este don ha llenado de religiosos los conventos porque los convence de que lo que más vale no es lo material sino lo espiritual.
Don de temor de Dios: Es un temor cariñoso que nos inspira miedo a ofender a Dios, por ser Él un Padre tan generoso y lleno de bondad hacia nosotros, y también porque sabemos que Dios no dejará ni un sólo pecado sin castigo. Es una repugnancia por alejarse de Dios, es un temor a disgustar al Ser que más amamos. Es un horror a contrariar a nuestro Dios. Todo, menos que apartarnos de nuestro Dios. Es pues un temor que nace del amor. Este Don era el que hacía estallar en lágrimas a los santos cuando cometían alguna falta. Este Don fue el que hizo que el Rey David odiara tanto la falta que había cometido. Este fue el Don que obtuvo Magdalena y se apartara para siempre del pecado...
Estos son los frutos que nos regala el Espíritu Santo: Caridad, Gozo, Paz, Paciencia, Longanimidad, Bondad, Benignidad, Mansedumbre, Fidelidad, Modestia, Continencia, Castidad.

domingo, 2 de noviembre de 2008

El Santo Rosario

Lee el siguiente texto y completa el organizador:
EL SANTO ROSARIO
La palabra rosario significa corona de rosas. Nuestra Señora ha revelado a varias personas que cada vez que dicen Ave María, le están dando a ella una hermosa rosa y que cada rosario completo hace una corona de rosas.
El santo Rosario es una oración Mariana centrada en Cristo; comprende todo el mensaje evangélico, por lo cual se llama también “EVANGELIO HECHO ORACIÓN”, mediante la oración del rosario, el creyente obtiene abundantes gracias.
Cristo es el Maestro por excelencia, no se trata sólo de comprender las cosas que Él ha enseñado sino de comprenderle a Él, para esto ¿Quién más experta que María; entre las criaturas, nadie mejor que Ella conoce a Cristo, nadie como su madre puede inducirnos a un conocimiento profundo de su misterio.
La Santa Iglesia Católica recibió el Santo Rosario el año 1214 de una forma milagrosa. Cuando Nuestra Señora se apareciera a Santo Domingo y se lo entregara como una arma poderosa para la conversión de los herejes y otros pecadores de esos tiempos. Desde entonces su devoción se propagó rápidamente alrededor del mundo con increíbles
milagrosos resultados.
LOS MISTERIOS DEL SANTO ROSARIO:
Misterios de Gozo.- (Lunes - Sábado) comprenden: La Anunciación del Ángel Gabriel a María; La visitación de María a su prima Isabel; El Nacimiento de Jesús en Belén; La presentación de Jesús en el templo; Jesús es hallado en el templo.
Se caracterizan efectivamente por el gozo que produce el acontecimiento de la encarnación. Esto es evidente desde la Anunciación, cuando el saludo de Gabriel a la Virgen de Nazaret se une a la invitación de la alegría mesiánica.
También el regocijo se percibe en la escena del encuentro con Isabel, donde la voz misma de María y la presencia de Cristo en su seno hacen saltar de alegría a Juan. Repleta de gozo es la escena de Belén, donde el nacimiento del Divino Niño, el Salvador del mundo, es cantado por los ángeles y anunciando a los pastores como una gran alegría.
Pero ya los dos últimos misterios, aún conservando el sabor de la alegría, anticipan indicios de drama. En efecto, la presentación en el templo, a la vez que expresa la dicha de la consagración y extasía al viejo Simeón, contiene también la profecía de que el niño será señal de contradicción para Israel y de que una espada traspasará el alma de la
Madre.
Meditar los misterios gozosos significa adentrarse en los motivos últimos de la alegría cristiana y en su sentido más profundo, significa fijar la mirada sobre lo concreto del misterio de la Encarnación y sobre el sombrío preanuncio del misterio del dolor salvífico
Misterios de Luz.- (Jueves) comprende: El bautismo de Jesús en el Jordán; La auto revelación de Jesús en las Bodas de Caná; Jesús anuncia el Reino de Dios, invitando a la conversión, La Transfiguración de Jesús en el Tabor; Jesús instituye la Eucaristía.
Pasando de la infancia y de la vida de Nazaret a la vida pública de Jesús, la contemplación nos lleva a los misterios que se pueden llamar de manera especial “misterios de luz”. En realidad, todo el misterio de Cristo es luz. Él es la luz del mundo. Pero esta dimensión se manifiesta sobre todo en los años de la vida pública, cuando anuncia el evangelio del Reino. Deseando indicar a la comunidad cristiana los cinco momentos significativos.
Misterios de Dolor.- (Martes – Viernes) comprende: La oración de Jesús en el Huerto; Jesús atado a la columna es flagelado; Jesús es coronado de espinas; Jesús con la cruz a cuestas; Jesús es crucificado.
El Rosario escoge algunos momentos de la Pasión, invitando al orante a fijar en ellos la mirada de su corazón y revivirlos. Los misterios de dolor llevan al creyente a revivir la muerte de Jesús poniéndose al pie de la cruz junto a María, para penetrar con ella en la inmensidad del amor de Dios al hombre y sentir toda su fuerza regeneradora.
Misterios de Gloria.- (Miércoles -Domingo) comprende: La Resurrección de Jesús; La Ascensión de Jesús al cielo; La venida del espíritu Santo; La Asunción de María al cielo; La coronación de María.
La contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el resucitado! El Rosario ha expresado siempre esta convicción de fe, invitando al creyente a superar la oscuridad de la Pasión, para fijarse en la gloria de Cristo en su Resurrección y Ascensión. Contemplando al resucitado, el cristiano descubre de nuevo las razones de la propia fe, y revive la alegría no solamente de aquellos a los que Cristo se manifestó, sino también el gozo de María, que experimentó de modo intenso la nueva vida del hijo glorificado.

BENEFICIOS DEL SANTO ROSARIO:
- Purifica nuestras almas del pecado.
- Nos permite vencer el pecado y las tentaciones.
- Nos facilita la práctica de virtudes.
- Nos lleva al encuentro con Cristo.

domingo, 26 de octubre de 2008

Ecología y medio ambiente

La crisis ecológica: un problema moral
Algunos elementos de la presente crisis ecológica revelan de modo evidente su carácter moral. Entre ellos hay que incluir, en primer lugar, la aplicación indiscriminada de los adelantos científicos y tecnológicos. Muchos descubrimientos recientes han producido innegables beneficios a la humanidad; es más, ellos manifiestan cuán noble es la vocación del hombre a participar responsablemente en la acción creadora de Dios en el mundo. Sin embargo, se ha constatado que la aplicación de algunos descubrimientos en el campo industrial y agrícola produce, a largo plazo, efectos negativos. Todo esto ha demostrado crudamente cómo toda intervención en un área del ecosistema debe considerar sus consecuencias en otras áreas y, en general, en el bienestar de las generaciones futuras.
La disminución gradual de la capa de ozono y el consecuente efecto de invernadero han alcanzado ya dimensiones críticas debido a la creciente difusión de las industrias, de las grandes concentraciones urbanas y del consumo energético.
Los residuos industriales, los gases producidos por la combustión de carburantes fósiles, la deforestación incontrolada, el uso de algunos tipos de herbecidas, de refrigerantes y propulsores; todo esto, como es bien sabido, deteriora la atmósfera y el medio ambiente. De ello se han seguido a múltiples cambios meteorológicos y atmosféricos cuyos efectos van desde los daños a la salud hasta el posible sumergimiento futuro de las tierras bajas.
Mientras en algunos casos el daño es ya irreversible, en otros muchas aún puede detenerse. Por consiguiente, es un deber que toda la comunidad humana -individuos, Estados y Organizaciones internacionales- asuma seriamente sus responsabilidades.
Pero el signo más profundo y grave de las implicaciones morales, inherentes a la cuestión ecológica, es la falta de respeto a la vida, como se ve en muchos comportamientos contaminantes.
Las razones de la producción prevalecen a menudo sobre la dignidad del trabajador, y los intereses económicos se anteponen al bien de cada persona, o incluso al de poblaciones enteras. En estos casos, la contaminación o la destrucción del ambiente son fruto de una visión reductiva y antinatural, que configura a veces un verdadero y propio desprecio del hombre. Así mismo, los delicados equilibrios ecológicos son alterados por una destrucción incontrolada de las especies animales y vegetales o por una incauta explotación de los recursos, y todo esto -- conviene recordarlo -- aunque se haga en nombre del progreso y del bienestar, no redunda ciertamente en provecho de la humanidad.
La crisis ecológica pone en evidencia la urgente necesidad moral de una nueva solidaridad, especialmente en las relaciones entre los países en vías de desarrollo y los países altamente industrializados. Los Estados deben mostrarse cada vez más solidarios y complementarios entre sí en promover el desarrollo de un ambiente natural y social pacífico y saludable. No se puede pedir por ejemplo, a los países recientemente industrializados que apliquen a sus incipientes industrias ciertas normas ambientales restrictivas si los Estados industrializados no las aplican primero a sí mismos. Por su parte, los países en vías de industrialización no pueden moralmente repetir los errores cometidos por otros países en el pasado, continuando el deterioro del ambiente con productos contaminantes, deforestación excesiva o explotación ilimitada de los recursos que se agotan. En este mismo contexto es urgente encontrar una solución al problema del tratamiento y eliminación de los residuos tóxicos.
La sociedad actual no hallará una solución al problema ecológico si no revisa seriamente su estilo de vida. En muchas partes del mundo esta misma sociedad se inclina al hedonismo y al consumismo, pero permanece indiferente a los daños que estos causan. Como ya he señalado, la gravedad de la situación ecológica demuestra cuán profunda es la crisis moral del hombre. Si falta el sentido del valor de la persona y de la vida humana, aumenta el desinterés por los demás y por la tierra. La austeridad, la templanza, la autodisciplina y el espíritu de sacrificio deben conformar la vida de cada día a fin de que la mayoría no tenga que sufrir las consecuencias negativas de la negligencia de unos pocos.
Hay pues una urgente necesidad de educar en la responsabilidad ecológica: responsabilidad con nosotros mismos y con los demás, responsabilidad con el ambiente. Es una educación que no puede basarse simplemente en el sentimiento o en una veleidad indefinida. Su fin no debe ser ideológico ni político, y su planteamiento no puede fundamentarse en el rechazo del mundo moderno o en el deseo vago de un retorno al paraíso perdido.
Actividad:
· Elabora un mapa conceptual sobre el tema.
· Grafica o pega recortes periodísticos sobre las fuentes de contaminación en la ciudad.

Las Virtudes Teologales y Cardinales - 3ro

Reconoce las virtudes y resalta el contenido principal de cada virtud:

LAS VIRTUDES

¿Qué es la virtud?
La virtud es una disposición habitual y firme para hacer el bien. Permite a la persona no solo realizar buenos actos, sino dar lo mejor de sí mismo.

LAS VIRTUDES TEOLOGALES:
Se trata de tres actitudes o movimientos profundos del alma denominados virtudes Teologales (de “Theos”, de Dios), porque a través de ellas se verifica la relación directa y expresa del creyente con Dios.
Fe, esperanza, caridad se hayan íntimamente compenetradas, hasta el punto que sería posible deslindarla con precisión rigurosa: El cristiano que cree, forzosamente espera y ama lo que cree. Y si con todo, cada una de ellas acentúa un aspecto específico de relación con Dios.
LA VIRTUD DE LA FE:
Es la virtud por la cual aceptamos a Dios ante todo con la mente asistiendo a cuanto Él nos ha revelado sobre si mismo o con miras a nuestra salvación y que se halla contenido en la Sagrada Biblia o en la tradición viva de la Iglesia.
La fe es conocimiento e iluminación mental obrada por la gracia de Dios.
Con todo, la fe no se estaciona en un plano puramente conceptual y especulativo: lleva, por su propia dinámica, a una entrega total e incondicional de la persona y de la vida de Dios.
LA VIRTUD DE LA ESPERANZA:
Por la esperanza confiamos alcanzar de Dios (infinitamente bueno y fiel) cuanto él nos tiene prometido en la vida presente y sobre todo en la futura.
Debemos cuidarnos de concebir esta virtud como si fuera estacionamiento, pasividad o evasión del espíritu, la esperanza es fuente de optimismo y dinamismo cristiano.
LA VIRTUD DE LA CARIDAD:
La caridad es amar a Dios a nivel máximo (con todas las fuerzas) y supremo (sobre todas las cosas). Tal amor, cuando es perfecto, no es caritativo sino donativo, es decir, no pretende egoístamente conseguir el propio provecho o cubrir una indigencia personal, sino adherirse a Dios que es bien por esencia y, por ello infinitamente digno de ser amado por sí mismo.
La caridad es también amor al prójimo, ya que considera al prójimo en cuanto es objeto de amor por parte de Dios y partícipe de su bien.
LAS VIRTUDES CARDINALES:
Las virtudes cardinales o humanas son aquellas que regulan nuestros actos, regulan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la Fe. Son actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad, proporcionando facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. Estas virtudes son cuatro y desempeñan un papel fundamental y son: La prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
__La prudencia, dispone a la razón para discernir en toda circunstancia el bien y elegir los medios rectos para realizarlos, gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales para hacer el bien y evitar el mal.
__La justicia, es constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que es debido, promueve la equidad y el bien común.
__La fortaleza, asegura la firmeza y constancia en las dificultades, resistir a las tentaciones y superar los obstáculos en la vida moral y vencer incluso a la muerte y persecuciones, capacita para la renuncia y sacrificio.
__La templanza, modera la tensión de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados, asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad.

Actividades:
· Completa el cuadro que iniciamos la semana pasada con todas las virtudes elaborando un mapa conceptual.

Asís: tierra de encuentro con el evangelio - 3ro.


Asís: testigo de una vida
Comienza a transformarse en varón perfecto (Ef 4,13) y a ser distinto de como era. De regreso ya en casa, le siguen los hijos de Babilonia y lo llevan, contra su gusto, a cosas contrarias a la orientación que había tomado. Un grupo de jóvenes de la ciudad de Asís, que en otro tiempo lo había tenido como abanderado de su vanidad, lo busca todavía para invitarlo a comidas de cuadrilla, en que siempre se sirve a la lascivia y a la chocarrería. Lo nombran jefe, por la mucha experiencia que tenían de su liberalidad, sabiendo, sin duda, que se iba a cargar con los gastos de todos. Se hacen obedientes por llenar el estómago, toleran la sujeción para poder saciarse. Él, para no aparecer avaro, acepta el honor ofrecido, y entre sus reflexiones santas tiene en cuenta la cortesía. Hace preparar un gran banquete y repetir exquisitos manjares; saturados hasta el vómito, los jóvenes manchan las plazas de la ciudad con cantares de borrachos. Tras ellos va Francisco, llevando, como señor, un bastón en la mano. Pero el que interiormente se había hecho sordo por entero a todas estas cosas, va quedando poco a poco distanciado de ellos en el cuerpo, mientras canta al Señor en su corazón. (2cel.7)
Comienza a ser generoso con los pobres: TC 8ª
Aunque ya de tiempo atrás era dadivoso con los pobres, sin embargo, desde entonces se propuso en su corazón no negar la limosna a ningún pobre que se la pidiese por amor de Dios, sino dársela con mayor liberalidad y abundancia de lo que acostumbraba. Así, siempre que algún pobre le pedía limosna hallándose fuera de casa, le socorría con dinero, si podía; si no llevaba dinero, le daba siquiera la gorra o el cinto, para que no marchara con las manos vacías. Mas, si no tenía nada de eso, se apartaba a un lugar oculto, se desnudaba de la camisa, y hacía ir con disimulo al pobre a ese lugar para que por Dios la recogiera. También compraba objetos propios para el decoro de las iglesias y secretamente los enviaba a los sacerdotes pobres.
El Padre y el hermano de San Francisco se burlan de él cuando lo ven por la calle como un mendigo: 2Cel. 12ª
Pero el padre según la carne persigue al que se entrega a obras de piedad, y, juzgando locura el servicio de Cristo, lo lacera donde quiera con maldiciones. Entonces, el siervo de Dios llama a un hombre plebeyo y simple por demás, y, tomándolo por padre, le ruega que, cuando el padre lo acose con maldiciones, él, por el contrario, lo bendiga. Un hermano carnal, a imitación de su padre, lo molesta con palabras envenenadas. Una mañana de invierno en que ve a Francisco en oración, mal cubierto de viles vestidos, temblando de frío, el muy perverso dice a un vecino: «Di a Francisco que te venda un sueldo de sudor». Oyéndolo el hombre de Dios, regocijado en extremo, respondió sonriente: «Por cierto que lo venderé a muy buen precio a mi Señor».
Después de una enfermedad, Francisco predica al pueblo en la plaza de Asís, desnudo y con una soga al cuello 1Cel. 52b
Sucedió en cierta ocasión que, estando enfermo, comió un poco de carne de pollo; recobradas las fuerzas del cuerpo, entró en la ciudad de Asís. Al llegar a la puerta, mandó a un hermano que le acompañaba que, echándole una cuerda al cuello, lo llevase como a ladrón por toda la ciudad, proclamando en tono de pregonero: «Aquí lo tenéis; mirad a este glotón, que está bien cebado de carne de gallina sin que vosotros lo supierais». Ante semejante espectáculo, corría la gente y decían entre lágrimas y suspiros: «¡Pobres de nosotros, que pasamos toda la vida manchados con sangre y alimentamos nuestros corazones y cuerpos con lujurias y borracheras!» Así, compungidos de corazón ante ejemplo tan singular, se sentían arrastrados a mejorar su vida.


Actividades: Grafica en tu cuaderno cualquiera de los relatos y elabora un organizador visual.