
MANIFESTACIONES DEL ESPÍRITU SANTO
La Iglesia ha recibido en nombre del Señor y lo profesa en el Bautismo sus nuevos hijos. El término Espíritu traduce al término Hebreo “Ruah”, que en su primera acepción significa, soplo, aire, viento, Jesús utiliza precisamente la imagen sensible del viento para sugerir a Nicodemo la novedad trascendente de que es personalmente el Soplo de Dios, el Espíritu Divino. Por otra parte, Espíritu Santo son atributos divinos comunes a las tres personas divinas. Pero, uniendo ambos términos, la escritura, la liturgia y el lenguaje teológico designan la persona inefable del Espíritu Santo, sin equivoco posible con los demás empleos de los términos “espíritu” y “santo”.
El simbolismo de la Unción con el óleo es también significativo hasta el punto de que ha convertido en sinónimo suyo. En la iniciación cristiana es el símbolo sacramental de la confirmación llamada justamente en las Iglesias de Oriente “Crismación”. Pero para captar toda la fuerza que tiene, es necesario volver a la unción primera realizada por el Espíritu Santo: la de Jesús Cristo (“Mesías” en hebreo) significa “Ungido” del Espíritu de Dios. En la Antigua alianza hubo ungidos del Señor, de forma eminente el rey David. Pero Jesús es el Ungido de Dios de una manera única: la humanidad que el Hijo asume esta totalmente” ungida por el Espíritu Santo” Jesús es constituido “Cristo” por el Espíritu santo. La Virgen María concibe a Cristo del Espíritu Santo, quien por medio del Ángel lo anuncia como Cristo en su nacimiento e impulsa a Simeón a ir al templo a ver Cristo el Señor, es de quien Cristo esta lleno y cuyo poder emana de Cristo en sus curaciones y en sus acciones salvíficas El Espíritu Santo no es un fluido mágico, una misteriosa corriente energética, es Dios que asegura su presencia personal en el mundo y en los hombres. Su nombre se deriva del “soplo” sin el cual es imposible la vida, también se utiliza la imagen del Fuego para designar al Espíritu Santo, ya que el fuego ilumina, calienta, purifica, irradia, se propaga como un incendio, como una llama que puede encender otras indefinidamente.
Cuando el Espíritu Santo se apodera de alguien, multiplica sus posibilidades; puede hacerle comprender cosas inaccesibles, cumplir una misión que supera sus facultades y sus posibilidades de éxito. No hay que buscar a Dios fuera del mundo, ya que su poder actúa entre los hombres. Muchas veces los discípulos de Jesús experimentan que una fuerza obra a través de ellos sin venir de ellos El Espíritu Santo es inaferrable, nadie puede apoderarse de El. El Espíritu como el viento no tiene fronteras, por eso, el que está bajo su impulso es el más libre de los hombres, nadie puede encerrarlo en categorías, sistema o ideologías. Únicamente sopla en la Iglesia de Cristo, pero también se mueve en el corazón de todos los hombres de buena voluntad que aman la justicia y buscan la verdad. Los Cristianos han de saber reconocer su acción en las iniciativas y hasta en las criticas de los no creyentes por que estos sacuden a veces su inercia y les urgen a ponerse a la escucha y a seguir la longitud de onda del Espíritu.
Hoy el Espíritu vuelve con fuerza , así lo atestiguan los movimientos neocatecumenales, pentecostales, carismáticos y sobre todo en el renacer de los movimientos laicales de todo tipo que marcan la presencia de los Cristianos no religiosos en la Iglesia, no hay duda el Espíritu sigue presente en su Iglesia, hoy como ayer, la preserva de la esclerosis y del ghetto, tal como lo hizo en la primitiva Iglesia y la proyecta sin cesar hacia delante.
El agua simboliza la pureza a la que todo cristiano aspira que nos lava y limpia nuestros pecados. La paloma simboliza la paz y tranquilidad de nuestro espíritu, calma que se siente por la presencia de Dios.
LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
La fiesta de Pentecostés que se celebra cada año cincuenta días después de pascua es para los Cristianos la fiesta del Espíritu Santo; cuando se habla de Dios Padre creador del mundo y de los hombres; cuando se habla de Dios Hijo Jesucristo que tomó nuestra condición humana y vivió entre nosotros, todos comprendemos, pero cuando se habla del Espíritu Santo se trata para muchos de un misterio impenetrable.
Los apóstoles, algunos discípulos y al frente de ellos María, oraban y esperaban, la venida del Espíritu Santo.
Por tanto el día de Pentecostés se recuerda la alianza hecha con Dios en el Sinaí, cuando el pueblo recibió las Tablas de la Ley y quedó convertido en verdadero pueblo de Dios. Ahora, con la venida del Espíritu Santo comienza a existir públicamente el Nuevo Pueblo de Dios que es la Iglesia y queda promulgada la Ley Evangélica. El Espíritu nos transmite sus dones:
Don de Sabiduría: Este don que nos fue regalado desde el día del bautismo y se va aumentando si lo pedimos rezando, nos hace saborear con simpatía las verdades divinas. Nos hace apreciar los atributos divinos por ejemplo: que Dios es Creador, Redentor, Santificador. No es un sentimentalismo, sino una convicción. Nos hace negar al pecado, cumplir con el deber, la fidelidad a Dios y no a otras cosas. Da una experiencia sabrosa de lo sobrenatural. Quita los motivos humanos al obrar. Hace que ya no obremos por ser admirados o porque nos agradezcan o estimen, sino solamente para que Dios quede contento.
Jerarquiza las aficiones: ya no se le da el primer puesto a las aficiones terrenas ni a los gustos del cuerpo sino a lo sobrenatural, a las cualidades del alma. Esta sabiduría es aquella de la cual dice la Santa Biblia: La Sabiduría vale más que todos los objetos preciosos y nada hay que se la pueda comparar. (Proverbios 8, 11). El don de sabiduría hace que sea muy agradable rezar. Hace que la persona goce en la oración, y encuentre verdadero gusto en la lectura de buenos libros especialmente en la sagrada Biblia. Da disgusto por todo lo que sea pecado y egoísmo.
Quita la simpatía por lo prohibido por Dios y da una gran antipatía por lo pecaminoso. Por este don los santos preferían mil veces la muerte que cometer un pecado. Por este don los santos tenían simpatía por Dios, por hacer obras buenas, por humillarse y sacrificarse. Después de saborear con este don lo que es divino y sobrenatural, ya todo lo que es pecado y egoísmo material causa disgusto y asco.
Don de Fortaleza: Es una fuerza especial para realizar lo que Dios quiere de nosotros y para resistir con paciencia y valor las contrariedades de la vida. Seréis revestidos de la fuerza de lo alto - prometió Jesús-. La gente se admira del valor de los mártires, de la paciencia de tantas personas santas, de la constancia de tantos héroes católicos, porque se imaginan que esas fuerzas las sacan de ellos mismos, cuando en realidad toda su fortaleza la reciben del Espíritu Santo. ¿Quién hubiera creído que el cobarde Pedro que negó tres veces a Jesús lo iba después a predicar delante de los tribunales y en las plazas hasta dar su vida por El? Es que recibió el Don de fortaleza. La vida es a ratos tan dura que sin el Don de fortaleza no seríamos capaces de aguantarla sin desesperación. Cuántos respetos humanos ayuda a vencer el don de fortaleza! Y cuántos actos de generosidad inspira!. Hay tentaciones tan violentas e inesperadas que si no fuera por una intervención del Espíritu Santo con su don de fortaleza, no podríamos resistir. Para los enfermos, para los pobres, para los que sufren tentaciones fuertes y para quienes tienen que hacer oficios difíciles, es utilísimo este Don para que no se desanimen y cumplan bien su oficio aunque cueste mucho. Cuántas personas se desanimaron y fracasaron porque no pidieron este Don del Espíritu Santo, y las dificultades de la vida los vencieron.
Don de consejo: Hace que al momento de escoger, escojamos lo que más nos conviene: Inspira lo que se debe hacer y lo que se debe decir y como se debe decir. Lo que se debe evitar y lo que se debe callar.
Inspira remedios para no pecar: rezar, hacer sacrificios, estar ocupado, leer, etc. Nos llena de inspiraciones. A veces por medio de una buena lectura el don de consejo nos ilumina que es lo que Dios está esperando de nosotros. El Santo Cura de Ars era el menos inteligente de los de su curso y sus consejos hacían mayor bien que los sermones de los más
doctos predicadores porque había obtenido del Espíritu Santo el Don de consejo. Con este Don se cumple lo que Jesús prometió a sus discípulos:
El Espíritu Santo os enseñará todo. Las personas que reciben este don tienen la rara cualidad de encontrar soluciones rápidas para casos urgentes, y guiar a otros para que eviten lo que no les conviene. Mucha gente de Fe pide al Espíritu Santo este Don, aún para cosas materiales por ejemplo: si les conviene o no hacer un negocio. Y para cosas de gran importancia por ejemplo: ¿que profesión escoger? que persona será la que le conviene en matrimonio, etc. y el Divino Espíritu viene en su ayuda con iluminaciones que les hacen gran bien. Oh Espíritu Santo: Amor del Padre y del Hijo: Inspíranos siempre lo que debemos hacer y lo que debemos evitar. Lo que debemos decir y lo que debemos pensar, para procurar tu gloria y el bien de las almas. Amén
Don de Piedad: Es una especie de afecto filial hacia Dios. Es lo que nos hace sentir un cariño especial por todo lo que tenga relación al culto, a la Palabra de Dios, a los sacramentos, etc. Las personas que reciben este don sienten un aprecio especial por todo lo que sea oración y meditación. Tienen hacia Dios un cariño como hacia un Padre amorosísimo, y todo lo que sea por su Reino les llama la atención y lo hacen con gusto. Este Don fue el que concedió a San Francisco Javier, a San Pablo, a San Francisco de Asís y de Sales, tan gran deseo de hacer conocer a Dios por muchas gentes y hacerlo amar por el mayor número posible de personas. A quien tiene el Don de piedad ningún sacrificio le parece demasiado con tal de obtener que otras personas conozcan y amen a Dios.
Don de entendimiento: Es una facilidad para comprender lo que Dios nos dice por medio de su Palabra en la sagrada Biblia o por otros medios. Podemos pasar años leyendo un pasaje de la sagrada Biblia y no entenderlo. Pero viene el Espíritu Santo con su Don y en un
momento comprendemos lo que antes nunca habíamos entendido.
Eso les pasó a los apóstoles después de la Resurrección de Jesús. El Espíritu Santo les hizo entender todo lo que Jesús les había enseñado y que antes no comprendían. Por medio de este Don logró San Agustín descubrir tantas maravillosas enseñanzas en la Santa Biblia (que antes no había descubierto aunque leía y leía). Por este Don a San Antonio se le hacían cortas las noches que pasaba leyendo la Santa Biblia, porque descubría allí bellezas no imaginadas.
Don de ciencia: Es una facilidad para distinguir entre lo verdadero y lo falso. Muchas personas creen como verdadero lo que es falso y en cambio no aceptan lo que es verdad. Sólo cuando el Espíritu Santo les dé el Don de ciencia sabrán distinguir bien la verdad de la
mentira y quedarse sólo con la verdad. Esto es importante porque en la actualidad hay gente que enseña muchas falsedades y muchas personas les creen y se dejan engañar. Este Don hace ver el verdadero valor de las riquezas y de los honores, que se acaban tan fácilmente. Este don ha llenado de religiosos los conventos porque los convence de que lo que más vale no es lo material sino lo espiritual.
Don de temor de Dios: Es un temor cariñoso que nos inspira miedo a ofender a Dios, por ser Él un Padre tan generoso y lleno de bondad hacia nosotros, y también porque sabemos que Dios no dejará ni un sólo pecado sin castigo. Es una repugnancia por alejarse de Dios, es un temor a disgustar al Ser que más amamos. Es un horror a contrariar a nuestro Dios. Todo, menos que apartarnos de nuestro Dios. Es pues un temor que nace del amor. Este Don era el que hacía estallar en lágrimas a los santos cuando cometían alguna falta. Este Don fue el que hizo que el Rey David odiara tanto la falta que había cometido. Este fue el Don que obtuvo Magdalena y se apartara para siempre del pecado...
Estos son los frutos que nos regala el Espíritu Santo: Caridad, Gozo, Paz, Paciencia, Longanimidad, Bondad, Benignidad, Mansedumbre, Fidelidad, Modestia, Continencia, Castidad.
La Iglesia ha recibido en nombre del Señor y lo profesa en el Bautismo sus nuevos hijos. El término Espíritu traduce al término Hebreo “Ruah”, que en su primera acepción significa, soplo, aire, viento, Jesús utiliza precisamente la imagen sensible del viento para sugerir a Nicodemo la novedad trascendente de que es personalmente el Soplo de Dios, el Espíritu Divino. Por otra parte, Espíritu Santo son atributos divinos comunes a las tres personas divinas. Pero, uniendo ambos términos, la escritura, la liturgia y el lenguaje teológico designan la persona inefable del Espíritu Santo, sin equivoco posible con los demás empleos de los términos “espíritu” y “santo”.
El simbolismo de la Unción con el óleo es también significativo hasta el punto de que ha convertido en sinónimo suyo. En la iniciación cristiana es el símbolo sacramental de la confirmación llamada justamente en las Iglesias de Oriente “Crismación”. Pero para captar toda la fuerza que tiene, es necesario volver a la unción primera realizada por el Espíritu Santo: la de Jesús Cristo (“Mesías” en hebreo) significa “Ungido” del Espíritu de Dios. En la Antigua alianza hubo ungidos del Señor, de forma eminente el rey David. Pero Jesús es el Ungido de Dios de una manera única: la humanidad que el Hijo asume esta totalmente” ungida por el Espíritu Santo” Jesús es constituido “Cristo” por el Espíritu santo. La Virgen María concibe a Cristo del Espíritu Santo, quien por medio del Ángel lo anuncia como Cristo en su nacimiento e impulsa a Simeón a ir al templo a ver Cristo el Señor, es de quien Cristo esta lleno y cuyo poder emana de Cristo en sus curaciones y en sus acciones salvíficas El Espíritu Santo no es un fluido mágico, una misteriosa corriente energética, es Dios que asegura su presencia personal en el mundo y en los hombres. Su nombre se deriva del “soplo” sin el cual es imposible la vida, también se utiliza la imagen del Fuego para designar al Espíritu Santo, ya que el fuego ilumina, calienta, purifica, irradia, se propaga como un incendio, como una llama que puede encender otras indefinidamente.
Cuando el Espíritu Santo se apodera de alguien, multiplica sus posibilidades; puede hacerle comprender cosas inaccesibles, cumplir una misión que supera sus facultades y sus posibilidades de éxito. No hay que buscar a Dios fuera del mundo, ya que su poder actúa entre los hombres. Muchas veces los discípulos de Jesús experimentan que una fuerza obra a través de ellos sin venir de ellos El Espíritu Santo es inaferrable, nadie puede apoderarse de El. El Espíritu como el viento no tiene fronteras, por eso, el que está bajo su impulso es el más libre de los hombres, nadie puede encerrarlo en categorías, sistema o ideologías. Únicamente sopla en la Iglesia de Cristo, pero también se mueve en el corazón de todos los hombres de buena voluntad que aman la justicia y buscan la verdad. Los Cristianos han de saber reconocer su acción en las iniciativas y hasta en las criticas de los no creyentes por que estos sacuden a veces su inercia y les urgen a ponerse a la escucha y a seguir la longitud de onda del Espíritu.
Hoy el Espíritu vuelve con fuerza , así lo atestiguan los movimientos neocatecumenales, pentecostales, carismáticos y sobre todo en el renacer de los movimientos laicales de todo tipo que marcan la presencia de los Cristianos no religiosos en la Iglesia, no hay duda el Espíritu sigue presente en su Iglesia, hoy como ayer, la preserva de la esclerosis y del ghetto, tal como lo hizo en la primitiva Iglesia y la proyecta sin cesar hacia delante.
El agua simboliza la pureza a la que todo cristiano aspira que nos lava y limpia nuestros pecados. La paloma simboliza la paz y tranquilidad de nuestro espíritu, calma que se siente por la presencia de Dios.
LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
La fiesta de Pentecostés que se celebra cada año cincuenta días después de pascua es para los Cristianos la fiesta del Espíritu Santo; cuando se habla de Dios Padre creador del mundo y de los hombres; cuando se habla de Dios Hijo Jesucristo que tomó nuestra condición humana y vivió entre nosotros, todos comprendemos, pero cuando se habla del Espíritu Santo se trata para muchos de un misterio impenetrable.
Los apóstoles, algunos discípulos y al frente de ellos María, oraban y esperaban, la venida del Espíritu Santo.
Por tanto el día de Pentecostés se recuerda la alianza hecha con Dios en el Sinaí, cuando el pueblo recibió las Tablas de la Ley y quedó convertido en verdadero pueblo de Dios. Ahora, con la venida del Espíritu Santo comienza a existir públicamente el Nuevo Pueblo de Dios que es la Iglesia y queda promulgada la Ley Evangélica. El Espíritu nos transmite sus dones:
Don de Sabiduría: Este don que nos fue regalado desde el día del bautismo y se va aumentando si lo pedimos rezando, nos hace saborear con simpatía las verdades divinas. Nos hace apreciar los atributos divinos por ejemplo: que Dios es Creador, Redentor, Santificador. No es un sentimentalismo, sino una convicción. Nos hace negar al pecado, cumplir con el deber, la fidelidad a Dios y no a otras cosas. Da una experiencia sabrosa de lo sobrenatural. Quita los motivos humanos al obrar. Hace que ya no obremos por ser admirados o porque nos agradezcan o estimen, sino solamente para que Dios quede contento.
Jerarquiza las aficiones: ya no se le da el primer puesto a las aficiones terrenas ni a los gustos del cuerpo sino a lo sobrenatural, a las cualidades del alma. Esta sabiduría es aquella de la cual dice la Santa Biblia: La Sabiduría vale más que todos los objetos preciosos y nada hay que se la pueda comparar. (Proverbios 8, 11). El don de sabiduría hace que sea muy agradable rezar. Hace que la persona goce en la oración, y encuentre verdadero gusto en la lectura de buenos libros especialmente en la sagrada Biblia. Da disgusto por todo lo que sea pecado y egoísmo.
Quita la simpatía por lo prohibido por Dios y da una gran antipatía por lo pecaminoso. Por este don los santos preferían mil veces la muerte que cometer un pecado. Por este don los santos tenían simpatía por Dios, por hacer obras buenas, por humillarse y sacrificarse. Después de saborear con este don lo que es divino y sobrenatural, ya todo lo que es pecado y egoísmo material causa disgusto y asco.
Don de Fortaleza: Es una fuerza especial para realizar lo que Dios quiere de nosotros y para resistir con paciencia y valor las contrariedades de la vida. Seréis revestidos de la fuerza de lo alto - prometió Jesús-. La gente se admira del valor de los mártires, de la paciencia de tantas personas santas, de la constancia de tantos héroes católicos, porque se imaginan que esas fuerzas las sacan de ellos mismos, cuando en realidad toda su fortaleza la reciben del Espíritu Santo. ¿Quién hubiera creído que el cobarde Pedro que negó tres veces a Jesús lo iba después a predicar delante de los tribunales y en las plazas hasta dar su vida por El? Es que recibió el Don de fortaleza. La vida es a ratos tan dura que sin el Don de fortaleza no seríamos capaces de aguantarla sin desesperación. Cuántos respetos humanos ayuda a vencer el don de fortaleza! Y cuántos actos de generosidad inspira!. Hay tentaciones tan violentas e inesperadas que si no fuera por una intervención del Espíritu Santo con su don de fortaleza, no podríamos resistir. Para los enfermos, para los pobres, para los que sufren tentaciones fuertes y para quienes tienen que hacer oficios difíciles, es utilísimo este Don para que no se desanimen y cumplan bien su oficio aunque cueste mucho. Cuántas personas se desanimaron y fracasaron porque no pidieron este Don del Espíritu Santo, y las dificultades de la vida los vencieron.
Don de consejo: Hace que al momento de escoger, escojamos lo que más nos conviene: Inspira lo que se debe hacer y lo que se debe decir y como se debe decir. Lo que se debe evitar y lo que se debe callar.
Inspira remedios para no pecar: rezar, hacer sacrificios, estar ocupado, leer, etc. Nos llena de inspiraciones. A veces por medio de una buena lectura el don de consejo nos ilumina que es lo que Dios está esperando de nosotros. El Santo Cura de Ars era el menos inteligente de los de su curso y sus consejos hacían mayor bien que los sermones de los más
doctos predicadores porque había obtenido del Espíritu Santo el Don de consejo. Con este Don se cumple lo que Jesús prometió a sus discípulos:
El Espíritu Santo os enseñará todo. Las personas que reciben este don tienen la rara cualidad de encontrar soluciones rápidas para casos urgentes, y guiar a otros para que eviten lo que no les conviene. Mucha gente de Fe pide al Espíritu Santo este Don, aún para cosas materiales por ejemplo: si les conviene o no hacer un negocio. Y para cosas de gran importancia por ejemplo: ¿que profesión escoger? que persona será la que le conviene en matrimonio, etc. y el Divino Espíritu viene en su ayuda con iluminaciones que les hacen gran bien. Oh Espíritu Santo: Amor del Padre y del Hijo: Inspíranos siempre lo que debemos hacer y lo que debemos evitar. Lo que debemos decir y lo que debemos pensar, para procurar tu gloria y el bien de las almas. Amén
Don de Piedad: Es una especie de afecto filial hacia Dios. Es lo que nos hace sentir un cariño especial por todo lo que tenga relación al culto, a la Palabra de Dios, a los sacramentos, etc. Las personas que reciben este don sienten un aprecio especial por todo lo que sea oración y meditación. Tienen hacia Dios un cariño como hacia un Padre amorosísimo, y todo lo que sea por su Reino les llama la atención y lo hacen con gusto. Este Don fue el que concedió a San Francisco Javier, a San Pablo, a San Francisco de Asís y de Sales, tan gran deseo de hacer conocer a Dios por muchas gentes y hacerlo amar por el mayor número posible de personas. A quien tiene el Don de piedad ningún sacrificio le parece demasiado con tal de obtener que otras personas conozcan y amen a Dios.
Don de entendimiento: Es una facilidad para comprender lo que Dios nos dice por medio de su Palabra en la sagrada Biblia o por otros medios. Podemos pasar años leyendo un pasaje de la sagrada Biblia y no entenderlo. Pero viene el Espíritu Santo con su Don y en un
momento comprendemos lo que antes nunca habíamos entendido.
Eso les pasó a los apóstoles después de la Resurrección de Jesús. El Espíritu Santo les hizo entender todo lo que Jesús les había enseñado y que antes no comprendían. Por medio de este Don logró San Agustín descubrir tantas maravillosas enseñanzas en la Santa Biblia (que antes no había descubierto aunque leía y leía). Por este Don a San Antonio se le hacían cortas las noches que pasaba leyendo la Santa Biblia, porque descubría allí bellezas no imaginadas.
Don de ciencia: Es una facilidad para distinguir entre lo verdadero y lo falso. Muchas personas creen como verdadero lo que es falso y en cambio no aceptan lo que es verdad. Sólo cuando el Espíritu Santo les dé el Don de ciencia sabrán distinguir bien la verdad de la
mentira y quedarse sólo con la verdad. Esto es importante porque en la actualidad hay gente que enseña muchas falsedades y muchas personas les creen y se dejan engañar. Este Don hace ver el verdadero valor de las riquezas y de los honores, que se acaban tan fácilmente. Este don ha llenado de religiosos los conventos porque los convence de que lo que más vale no es lo material sino lo espiritual.
Don de temor de Dios: Es un temor cariñoso que nos inspira miedo a ofender a Dios, por ser Él un Padre tan generoso y lleno de bondad hacia nosotros, y también porque sabemos que Dios no dejará ni un sólo pecado sin castigo. Es una repugnancia por alejarse de Dios, es un temor a disgustar al Ser que más amamos. Es un horror a contrariar a nuestro Dios. Todo, menos que apartarnos de nuestro Dios. Es pues un temor que nace del amor. Este Don era el que hacía estallar en lágrimas a los santos cuando cometían alguna falta. Este Don fue el que hizo que el Rey David odiara tanto la falta que había cometido. Este fue el Don que obtuvo Magdalena y se apartara para siempre del pecado...
Estos son los frutos que nos regala el Espíritu Santo: Caridad, Gozo, Paz, Paciencia, Longanimidad, Bondad, Benignidad, Mansedumbre, Fidelidad, Modestia, Continencia, Castidad.
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