lunes, 18 de agosto de 2008

Cisma de Oriente y Occidente - 4to.


CISMA DE ORIENTE
El Cisma es la ruptura de la unidad, pero manteniendo la integridad de la fe. En cambio la herejía además de la ruptura de la unidad lleva consigo la adulteración de la Doctrina de Cristo.
La Iglesia en su realidad interna es santa y salvadora, porque lleva en sí la fuerza del Espíritu Santo. Pero no olvidemos que el elemento portador de esta realidad interna son los hombres, que están sujeto a debilidades, pecados y pasiones humanas. Es la realidad Sacramental de la Iglesia: un elemento visible, externo, que es débil y pecador y que sin embargo es signo portador de la Gracia invisible.
Lo interior de la Iglesia nunca es defectible, por que es divino. Lo exterior, los hombres, son pecadores y por lo mismo sujetos al fracaso. Es por esta realidad sacramental que decimos que la Iglesia es Santa y pura; pero al mismo tiempo, por sus hombres, es pecadora. Por eso no debe de extrañarnos si a lo largo de su historia hay graves escándalos y actuaciones menos limpias por parte de sus miembros. Lo más admirable de todo es que a pesar de estas debilidades, la Iglesia continua hermosa en medio de la historia y produciendo frutos extraordinarios de hombres y mujeres santos.
Todo esto no es nada más que la realización de las palabras del Señor sobre el campo donde se sembró trigo y el enemigo sembró cizaña.
Con la división del Imperio Romano en Oriente y Occidente, las Iglesias Cristianas se agrupan alrededor de Roma y de Bizancio.
Hacia el siglo IX, las relaciones entre ambos centros fueron cada vez más tirantes debido a diversas causas, entre las que podemos enumerar:
La diversidad de cultura: los orientales son más místicos y espirituales y en cambio los latinos más prácticos y concretos.
Diversidad de liturgia: las ceremonias orientales eran y son más deslumbrantes, y las occidentales diversas en algunos ritos, aunque iguales en el contenido.
Diversidad de lenguas: griego, copto, armenio y latín; etc.
La diversa concepción de la autoridad del Papa: los orientales reconocían en el obispo de Roma una primacía solo de honor, no de jurisdicción.
Y la diversidad de algunas expresiones teológicas, como la manera de procedencia del Espíritu Santo, del padre y del Hijo. Otras divergencias más o menos mínimas como el uso de la levadura en la Eucaristía.
A todo esto se añadía la ambición de los emperadores orientales que tenían miedo de perder el poder que tenia sobre los patriarcados de Constantinopla si se reconocía la primacía del Obispo de Roma.
EL CISMA: Focio (+891) se hizo nombrar patriarca por el emperador en lugar del legitimo arzobispo. El Papa no lo reconoció como tal y Focio trató de romper los lazos de la unidad con Roma. No lo logró porque a la muerte del Emperador, un concilio lo destituyó. Pero ya el germen de división había sido sembrado.
En 1054, Cerulario, consumó la separación de las Iglesias orientales y de Roma. Mucha culpa tuvieron también los Legados del Papa porque no supieron obrar con más caridad. De este modo ambas Iglesias se excomulgaron mutuamente. Desde entonces la Iglesia oriental, llamada también Ortodoxa, que agrupa a las Iglesias de Grecia, Constantinopla, Libia, Egipto y Rusia, vivió separada de la Iglesia latina; la nuestra.
Los ortodoxos conservan integra la fe y los sacramentos, Su liturgia es muy hermosa y veneran profundamente a María santísima. En 1965, al final del Concilio Vaticano II, como signo de reconciliación, se levanto la mutua excomunión. Si bien no se ha logrado la unidad, se ha adelantado muchísimo en la comprensión y en la caridad.

Actividad:
Utiliza tu creatividad y haz un organizador de Conocimientos considerando las causas y consecuencias del Cisma de Oriente.
Responde en tu cuaderno:
1. ¿Crees que la división dentro de la Iglesia contribuye para su fortalecimiento?
2. ¿Qué problemas aquejan en cualquier institución cuando existe división? ¿Por qué?
3. Elabora un pequeño ensayo y expresa tu punto de vista sobre el tema.


EL CISMA DE OCCIDENTE
Después del concordato de Worms, que terminó con las luchas de las investiduras, no acabaron con los conflictos entre los Emperadores y los Papas. Fue así que, debido a la inseguridad política que reinaba en Roma, debido a las facciones italianas y francesas, Clemente V, que era Francés, optó establecerse en Avignon (Francia), en el año 1309.
El rey francés le brindó hospitalidad por que de este modo pretendía tenerlo más directamente bajo su influencia.
Recién en el año de 1377, tras haber gobernado a la Iglesia 7 Papas, Urbano V, regresa a Roma.
Durante estos 70 años, si bien los Papas trabajaron laudablemente por la expansión cristiana en las misiones de oriente, sin embargo en Europa cristiana se engendró una gran confusión en la Iglesia.
A esto se añadió la peste que azotó el continente y las pugnas políticas entre los reyes de Francia y los emperadores germánicos que querían utilizar para sus propios fines el poder espiritual del Papa. A esta estadía de los Papas en Avignon se le llama “el cautiverio de Babilonia”.
Tras la muerte de Gregorio XI, sucesor de Urbano V, los cardenales italianos eligieron Papa a Urbano VI. Pero los cardenales Franceses alegaron que las elecciones no habían sido libres y eligieron a Clemente VII, que se instaló en Avignon. A la muerte de este, franceses y españoles eligieron a Benedicto XIII.
La cristiandad estaba dividida: Francia, España e Inglaterra, reconocían al Papa de Avignon; Alemania, Italia y los demás pueblos reconocían, al Papa de Roma.
Muchos hombres eximios de gobierno, santos y aún en concilios, trataron de establecer la unidad, y en un intento supremo, para solucionar el conflicto, desconocieron a ambos Papas y eligieron a un tercero, en Pisa, Baldesare Cossa, que tomó el nombre de Juan XXIII.
Todos estos tres Papas se excomulgaron mutuamente. Al cabo de 39 años (1378 - 1417), el concilio de Constanza eligió el cardenal Odon Colonio llamado Martín V, y toda la cristiandad lo reconoció como único y legitimo Papa. De este modo, los otros renunciaron o bien murieron en el olvido.
A pesar del cisma, la santidad floreció pujante en aquellos años. Basta un par de ejemplos: Santa Catalina de Siena, reconocían al Papa de Roma y San Vicente Ferre, reconocía al de Avignon.
Si bien este cisma no logró romper la unidad de la Iglesia, sin embargo mostró los inicios de la ruptura política de Europa y del cristianismo en Europa, que más tarde va a dar sus frutos en el siglo XVI con los protestantes.
Los partidarios de esta idea empezaron luego a explicar que la verdadera autoridad de la Iglesia residía primeramente en el episcopado como cuerpo, y que los concilios ecuménicos eran superiores a los Papas. Uno de los personajes más famosos de la época, Juan Gerson, canciller de la universidad de Paris, fue un paso más lejos. No sólo los obispos, ni los sacerdotes y aún todos los bautizados, constituían el verdadero fundamento de la autoridad papal. El poder reside en la Iglesia como un todo, y sólo puede conferirlo la elección legal. Como la iglesia tiene el poder de conferir y de castigar, y aún de deponer al Papa en caso necesario. En un concilio general todos los católicos tienen derecho de voto.
Urbano VI fue elegido Papa el 9 de abril de 1378, después de un confuso y agitadísimo cónclave, en el participó el pueblo romano, que violentamente exigía el nombramiento de un italiano para que no estableciera su residencia en Avignon. Urbano VI se dio la tarea de
extirpar los excesos introducidos en las costumbres eclesiásticas. Inició su acción en la misma jerarquía. Lo hizo sin embargo, con exacerbada brusquedad.
Los cardenales se retiraron a Agnani y de ahí pasaron a Fondi. El 20 de Septiembre eligieron un nuevo pontífice, que tomo el nombre de Clemente VII. Parte de la cristiandad acepto a Urbano, otra parte a Clemente. Uno y otro Papa se excomulgaron mutuamente con todos sus seguidores, de modo que, por vez primera la cristiandad toda quedó teóricamente excomulgada.
Clemente VII retornó a Avignon. El conflicto duró 39 años hasta 1417. Fue el peor cisma que ha azotado a la Iglesia Católica pues atacó frontalmente su misma cabeza sin embargo sobrevivió el Papado.

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