
Lee, profundiza y subraya las ideas principales sobre:
MANDAMIENTOS QUE CONTEMPLAN EL AMOR A DIOS
El primer mandamiento nos manda creer firmemente en Dios y en todo lo que Él nos ha revelado, esperar en Él, amarle sobre todas las cosas, adorarle como a Supremo creador y Señor y rendirle el culto debido. Creer en Dios quiere decir creer su revelación por medio de la Biblia, la tradición y el Magisterio de la Iglesia. Fiarnos de Él como un hijo se fía de su Padre, seguros de que Él busca siempre nuestro bien y sabe lo que nos conviene.
Esperar en Dios es la esperanza, Dios quiere que todos nos salvemos y vayamos al cielo y como sabe que por nosotros mismos no podemos nada, Él nos ha prometido su gracia y su ayuda para vencer las dificultades que se presenten en la vida. Amar a Dios sobre todas las cosas, más que a cualquier otra persona o cosa, más que a nosotros mismos y este amor a Dios debe manifestarse en toda nuestra vida, en el fiel cumplimiento de nuestros deberes y obligaciones, haciendo en todo la voluntad de Dios; por eso nuestro amor a Dios se manifiesta en el amor al prójimo. Solo a Dios debemos adorar porque es Él dueño y Señor absoluto de todo el universo; por eso prohíbe adorar a una criatura como si fuera Dios, cometiendo un pecado de idolatría. El que atribuye a cosas creadas una fuerza misteriosa que Dios no le ha dado comete un pecado de superstición. Además prohíbe averiguar cosas ocultas invocando a los espíritus (espiritismo, horóscopos, astrología y brujería).
La Virgen María y los Santos son venerados como hijos predilectos del Señor.
El segundo mandamiento nos manda hablar con respeto y veneración de Dios, los santos, las personas y cosas que están directamente dedicadas y consagradas a Dios es digno de todo respeto veneración y alabanza. Respetamos el nombre de Dios cuando hacemos bien la señal de la cruz, hablamos de Dios con reverencia, estamos en el templo con respeto, rezamos con devoción y piedad, asistimos con devoción a los actos de culto. Especialísimo respeto y veneración
merece el Sagrario donde está Jesús verdadero y sustancialmente.
Juramos cuando ponemos a Dios por testigo de lo que decimos o prometemos por eso prohíbe usar el santo nombre de Dios para no ofenderle gravemente. El juramento es bueno o es malo según como lo hacemos, no se puede jurar por simple capricho, ligereza o irreflexión como también prometer bajo juramento algo que es malo o ilícito; menos aún jurar lo que es mentira.
El tercer mandamiento nos manda santificar las fiestas: el domingo como día del Señor. Todos los días de la semana son de Dios, pero Él ha querido reservarse uno cada semana que estuviera dedicado a su culto y servicio. En el Antiguo Testamento ese día era el sábado, pero en el Nuevo Testamento se celebra el domingo, porque así lo establecieron los apóstoles en memoria de la Resurrección de Jesús y la venida del Espíritu Santo que sucedió un domingo. Este mandamiento
nos manda asistir a Misa todos los domingos, porque allí Dios nos habla por medio de la lectura de la Biblia y en el interior de nuestra conciencia, ofrecemos a nuestro Padre Dios el mejor de los sacrificios el pan y vino, convertidos en el Cuerpo y Sangre de Jesús. Nos prohíbe asistir a misa por obligación, participando pasivamente en ella; trabajar mucho olvidándose de Dios, aunque el trabajo nos hace colaborar con Dios, pero para un cristiano el trabajo ha de ser bien hecho, con interés, con perfección y realizado por un motivo sobrenatural: por amor a Dios y en su presencia; por eso manda descansar para honrar y glorificar a Dios, para recobrar las fuerzas perdidas durante la semana. Además quiere que sus hijos recuerden los principales misterios de la vida del Señor en las fiestas religiosas y honrar a la virgen y a los santos en las diversas festividades.
ACTIVIDADES:
Busca en noticias periodísticas acciones que van contra estos mandamientos, recórtalas y pegalas en tu cuaderno y haz un breve comentario de cada una.
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