EL CRUCIFIJO DE SAN DAMIÁN VISTO Y VIVIDO POR SAN FRANCISCO
Los estudios sobre este Crucifijo son hasta ahora más bien pocos. El motivo concreto para reanudar el estudio del Crucifijo lo constituye el hecho de haber encontrado en el mismo Crucifijo algunos aspectos hasta ahora poco destacados, y de poder probar o al menos sugerir un paralelismo entre la imagen de Cristo vivida por Francisco y la pintada en el Crucifijo de San Damián.
Algunos datos históricos
El Crucifijo fue pintado en el siglo XII por un artista umbro desconocido, en estilo románico, bajo una clara influencia oriental-siríaca. En efecto, encima de Espoleto vivían, desde hacía siglos, monjes siríacos, cuya cultura ha dejado diversas huellas en el ambiente italiano. Nuestro Crucifijo pertenece sin duda a los crucifijos pintados sobre madera, de la Escuela umbra. Sin el pedestal, el Crucifijo de San Damián mide dos metros y diez centímetros de largo por un metro y treinta centímetros de ancho. Quizá fuera ejecutado expresamente para San Damián, como podrían confirmarlo las pequeñas figuras de santos pintadas en la base de la cruz, si no estuvieran tan estropeadas. La pintura se hizo sobre tela burda, pegada sobre madera de nogal.
Es muy importante advertir que el primer contacto personal con el Cristo crucificado de San Damián fue para Francisco, llamado por su nombre por Cristo «vivo» (¡que le habla!), un contacto rebosante de consuelo o alegría divina y a la vez de compasión, o sea, una perfecta e íntima alegría en el Crucificado, una verdadera herida o éxtasis de amor doloroso y gozoso; un amor que hace llorar y cantar al mismo tiempo (cf. 2 Cel 127; LP 38). En su estigmatización, Francisco vivirá este mismo éxtasis de sufrimiento y de alegría a la vez (1 Cel 93-94).
Para comprender mejor la importancia o incidencia de esta visión del Crucifijo en la vida de Francisco, recuérdese que, en tiempo de Francisco, la imagen de Cristo crucificado estaba en el centro de las iglesias, al menos en las iglesias secundarias, en las que no se conservaba el Santísimo. En este sentido se comprende aún mejor por qué Francisco, pensando en una iglesia particularmente abandonada y pobre, oraba y quería que los demás orasen diciendo: «Te adoramos, Señor Jesucristo, también en todas tus iglesias, que hay en el mundo entero, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo» (Test 5; 1 Cel 45. Francisco vive esta presencia, que opera y actúa el misterio redentor por medio de la Cruz. Verdaderamente es el Crucifijo «vivo» quien continúa hablando, redimiendo, salvando al mundo.
Finalmente, la misma Oración de Francisco ante el Crucifijo de San Damián sugiere más bien la restauración «espiritual» de la casa del Señor, crucificado en el corazón del Santo. En efecto, Francisco pide en ella, para poder cumplir el «mandato» recibido, particularmente las tres virtudes «teologales», o sea, la fe, la esperanza y la caridad, como luz para su corazón: «Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para cumplir tu santo y verdadero mandamiento».
- Actividad
- Describe ¿cuáles son las caracterícas principales de la Cruz de San Damián?
- ¿Qué expresa la imagen de la Cruz de san Damián?
- Elabora un resumen en tu cuaderno de trabajo y un esquema de llaves.
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