
MANDAMIENTOS QUE CONTEMPLAN EL AMOR AL PROJIMO
El cuarto mandamiento nos dice: “Honra a tu madre y a tu padre”, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios te da. Este mandamiento se dirige expresamente a los hijos en sus relaciones con sus padres, se refiere también a las relaciones de parentesco con los miembros del grupo familiar. Exige honor, afecto y reconocimiento a los abuelos y antepasados; finalmente se extiende a los deberes de los alumnos respecto a los maestros.
Este mandamiento contempla los deberes de los padres, quienes son los instrumentos del que Dios se ha valido para traernos la vida, y tienen una gran misión que cumplir: a) Tener los hijos que Dios les da, dentro de un matrimonio legítimamente constituido; por ello el aborto voluntario es un crimen y un gran pecado, b) Educar a los hijos, basada en la mutua amistad y confianza. Los deberes que los hijos tenemos para con nuestros padres: brindarles amor y cariño, quererlos de verdad, en justa correspondencia a lo que ellos nos quieren, manifestado en obras, ayudándoles en todo, especialmente cuando son ancianos y están enfermos y así puedan tener la obediencia pronta y alegre, sabiendo que obedecerlos es obedecer al mismo Dios, eso no quita que en algunas ocasiones podamos y debamos cuestionar lo que nos mandan, pidiendo razonablemente aclaraciones y exponerles amigablemente el motivo de nuestra preocupación, la amistad y confianza mutua.
El quinto mandamiento nos dice: “no matarás” .
Si tenemos vida es porque Dios nos la ha dado, y sólo Él puede quitárnosla cuando quiera, pues sólo somos administradores de nuestra vida, por eso el suicidio es un gran pecado, además tremenda cobardía.
Es pecado todo lo que pone en peligro la vida como excesos en comida y bebida, peligros corporales, etc. Este mandamiento nos manda amar y respetar la vida del prójimo. Son pecados atentar contra la vida del prójimo o desentendernos de los demás, muchas veces llegamos a ofender al prójimo y causarle daño en su vida, en su salud o en sus bienes.
En el sexto y noveno mandamiento, Dios nos da la clave para que sepamos la verdad sobre el sexo como don de Dios y lo concerniente a la pureza. El sexto mandamiento nos dice “no cometerás adulterio” .Está claro que el sexo tiene un noble fin querido por Dios, traer nuevas vida dentro del plan establecido por Él de acuerdo a sus leyes. Por eso las relaciones sexuales fuera del matrimonio son un gran pecado, la infidelidad de los esposos y el divorcio.
El noveno mandamiento nos manda ser limpios y puros en pensamiento y deseos. La pureza es una virtud que modera todo placer carnal y nos lleva a respetar nuestro cuerpo y el de los demás. Conviene tener claro que los pensamientos y deseos carnales consentidos voluntariamente son pecados, aunque el acto no se realice; así como también las miradas, lecturas, espectáculos o conversaciones impuras.
En el séptimo y décimo mandamiento Dios nos enseña cómo debemos usar todos los bienes que podemos poseer. Dios es dueño y señor de todas las cosas, Él a puesto a disposición nuestra, para poder llevar una vida digna como hijos suyos. El séptimo mandamiento prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y perjudicar al prójimo. En el décimo mandamiento Dios nos enseña a conformarnos con lo que Él nos da y con lo que nosotros honradamente podamos ganar con nuestro esfuerzo personal. “No codiciarás…nada que sea de tu prójimo”. Tenemos la obligación de aspirar a vivir mejor y a buscar dentro de la justicia una mejor distribución de los bienes. Nunca debemos dejarnos llevar por la avaricia, o deseo inmoderado de la riqueza. Pecan contra estos mandamientos: el que roba, el que no paga las deudas o presta con usura, el que no paga el salario justo, el que no devuelve lo encontrado y no cumple bien con su trabajo; el que a sabiendas acepta cosas robadas, las compra o encubre.
El octavo mandamiento nos dice: “no darás falso testimonio…” no hay nada que proporcione más satisfacción al alma que ser verás en el comportamiento, en la acción, en el actuar de cada día. Este mandamiento manda a decir la verdad y manifestar al exterior tal como somos interiormente, la veracidad nos asemeja a Dios, nos ennoblece el alma, crea confianza mutua entre los hombres. Por eso es preciso crecer en caridad abrazados a la verdad (Ef. 4,15). También debemos respetar la fama del prójimo, hablar y pensar bien de Él.
Son pecados contra la verdad: a) la mentira, b) la hipocresía, aquel que con sus actos finge ser mejor de lo que es, c) la jactancia, la adulación. Son pecados contra la fama: a) el juicio temerario, pensar mal del prójimo sin motivo suficiente, b) la murmuración, descubriendo a otros y divulgando defectos o faltas ocultas de otras personas sin necesidad, c) la calumnia, afirmando del prójimo pecados o defectos que no tiene.
El cuarto mandamiento nos dice: “Honra a tu madre y a tu padre”, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios te da. Este mandamiento se dirige expresamente a los hijos en sus relaciones con sus padres, se refiere también a las relaciones de parentesco con los miembros del grupo familiar. Exige honor, afecto y reconocimiento a los abuelos y antepasados; finalmente se extiende a los deberes de los alumnos respecto a los maestros.
Este mandamiento contempla los deberes de los padres, quienes son los instrumentos del que Dios se ha valido para traernos la vida, y tienen una gran misión que cumplir: a) Tener los hijos que Dios les da, dentro de un matrimonio legítimamente constituido; por ello el aborto voluntario es un crimen y un gran pecado, b) Educar a los hijos, basada en la mutua amistad y confianza. Los deberes que los hijos tenemos para con nuestros padres: brindarles amor y cariño, quererlos de verdad, en justa correspondencia a lo que ellos nos quieren, manifestado en obras, ayudándoles en todo, especialmente cuando son ancianos y están enfermos y así puedan tener la obediencia pronta y alegre, sabiendo que obedecerlos es obedecer al mismo Dios, eso no quita que en algunas ocasiones podamos y debamos cuestionar lo que nos mandan, pidiendo razonablemente aclaraciones y exponerles amigablemente el motivo de nuestra preocupación, la amistad y confianza mutua.
El quinto mandamiento nos dice: “no matarás” .
Si tenemos vida es porque Dios nos la ha dado, y sólo Él puede quitárnosla cuando quiera, pues sólo somos administradores de nuestra vida, por eso el suicidio es un gran pecado, además tremenda cobardía.
Es pecado todo lo que pone en peligro la vida como excesos en comida y bebida, peligros corporales, etc. Este mandamiento nos manda amar y respetar la vida del prójimo. Son pecados atentar contra la vida del prójimo o desentendernos de los demás, muchas veces llegamos a ofender al prójimo y causarle daño en su vida, en su salud o en sus bienes.
En el sexto y noveno mandamiento, Dios nos da la clave para que sepamos la verdad sobre el sexo como don de Dios y lo concerniente a la pureza. El sexto mandamiento nos dice “no cometerás adulterio” .Está claro que el sexo tiene un noble fin querido por Dios, traer nuevas vida dentro del plan establecido por Él de acuerdo a sus leyes. Por eso las relaciones sexuales fuera del matrimonio son un gran pecado, la infidelidad de los esposos y el divorcio.
El noveno mandamiento nos manda ser limpios y puros en pensamiento y deseos. La pureza es una virtud que modera todo placer carnal y nos lleva a respetar nuestro cuerpo y el de los demás. Conviene tener claro que los pensamientos y deseos carnales consentidos voluntariamente son pecados, aunque el acto no se realice; así como también las miradas, lecturas, espectáculos o conversaciones impuras.
En el séptimo y décimo mandamiento Dios nos enseña cómo debemos usar todos los bienes que podemos poseer. Dios es dueño y señor de todas las cosas, Él a puesto a disposición nuestra, para poder llevar una vida digna como hijos suyos. El séptimo mandamiento prohíbe tomar o retener el bien del prójimo injustamente y perjudicar al prójimo. En el décimo mandamiento Dios nos enseña a conformarnos con lo que Él nos da y con lo que nosotros honradamente podamos ganar con nuestro esfuerzo personal. “No codiciarás…nada que sea de tu prójimo”. Tenemos la obligación de aspirar a vivir mejor y a buscar dentro de la justicia una mejor distribución de los bienes. Nunca debemos dejarnos llevar por la avaricia, o deseo inmoderado de la riqueza. Pecan contra estos mandamientos: el que roba, el que no paga las deudas o presta con usura, el que no paga el salario justo, el que no devuelve lo encontrado y no cumple bien con su trabajo; el que a sabiendas acepta cosas robadas, las compra o encubre.
El octavo mandamiento nos dice: “no darás falso testimonio…” no hay nada que proporcione más satisfacción al alma que ser verás en el comportamiento, en la acción, en el actuar de cada día. Este mandamiento manda a decir la verdad y manifestar al exterior tal como somos interiormente, la veracidad nos asemeja a Dios, nos ennoblece el alma, crea confianza mutua entre los hombres. Por eso es preciso crecer en caridad abrazados a la verdad (Ef. 4,15). También debemos respetar la fama del prójimo, hablar y pensar bien de Él.
Son pecados contra la verdad: a) la mentira, b) la hipocresía, aquel que con sus actos finge ser mejor de lo que es, c) la jactancia, la adulación. Son pecados contra la fama: a) el juicio temerario, pensar mal del prójimo sin motivo suficiente, b) la murmuración, descubriendo a otros y divulgando defectos o faltas ocultas de otras personas sin necesidad, c) la calumnia, afirmando del prójimo pecados o defectos que no tiene.
ACTIVIDADES:
* Después de Leer elabora un organizador visual.
* Grafica el diálogo del joven rico con Jesús.
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